21.3.08

Esencia humana



Creado para ser un protocolo, tiene bastante sinceridad que necesita ver la luz. O tan sólo dejar la oscuridad...






A fin de año, aproximadamente voy a haber viajado 600 horas anuales. Tal vez no parezca mucho, pero son 25 días al año que paso observando a mis compañeros de ruta, cómo se comportan, lo qué dicen y sobretodo busco aprender que es lo qué piensan.
Durante los primeros dos meses viaje sin mirar, abstraída en mis pensamientos. Luego en los cuatro meses siguientes, busqué maximizar mi tiempo y leía para la facu cada vez que conseguía un mínimo espacio de comodidad para poder subrayar el texto.
Con la propuesta de captar a la ciudad en palabras, decidí quitarme el velo rutinario. Me fijé en detalles, nimios, tal vez para algunos demasiado pequeños pero éstos me permitieron disparar la imaginación durante mis ratos de ocio estudiantil.
Al principio, los detalles eran placer voyeurista del momento, no escribía, sólo confiaba en mi memoria. Luego, comencé a escribirlas subrepticiamente en formato sms para no resultar extraña a los ojos de mis compañeros. Finalmente, perdí la conexión de viajante que me unía a ellos como una más y me convertí en observadora, el máximo nivel de abstracción. Me encontraba fuera del lugar.
Ya no me preocupa sacar la bic de mi mochila y ponerme a garabatear detrás de cualquier volante –de mis momentos como peatón. Creo que realizo una buena causa: ayudo a los repartidores de volantes y a la vez no desperdicio selvas ni bosques: les doy una utilidad.
Es así como se juntan papeles amarillos, blancos, celestes y verdes en mi cajón. Todos están escritos al borde de la ininteligibilidad. Todos forman parte de mi historia cotidiana.
Para escribir la crónica, busqué estar atenta a los movimientos urbanos, pero también regresé a los volantes que abandoné en el cajón. Revisé y encontré un motivo todavía más fuerte que une a esos pequeños núcleos de historias: Hablan de gente.
Creo que cualquier historia que verse sobre las personas tiene las mejores posibilidades para ser un buen relato. Éstas, son aquellas que cambian con los días, los siglos. O a veces, la sorpresa resulta ser que no cambian. Esos elementos perennes que conviven con los transitorios, forman parte de la esencia humana. ¿Y qué mejor lugar que la ciudad para captarlo?

1 comentario:

Julieta Espósito dijo...

Excelente cambio me gusta el trasfondo del blog ;)
Un punto por allí, y otro hacia la idea de relato de aquellas historias cotidianas.
Es bueno salir un poco de uno mismo y poner su foco en otro lado. Me atrevo a decir que por momentos me pasa con marianito y es genial.
Bueno me despido esperando ver pronto alguna de aquellas historias que, siendo de las características de este relato, estoy segura que atraparían a más de uno.
Beso grande jii!

Te aprecio mucho =) (jeje quedo como frase pero is true :))

Julita